Acto I
Cuadro 1
Despechada por el anuncio de que Tito va a casarse con la extranjera Berenice, Vitellia hace jurar a su amante Sesto que urdirá una conspiración para asesinar al césar, a lo que Sesto se pliega pese a su incondicional admiración por Tito. Annio llega entonces con el anuncio de que Tito ha decidido finalmente tomar una esposa romana en lugar de Berenice, lo que hace a Vitellia desistir de su criminal propósito. Una vez solos, Annio pide a Sesto que interceda ante Tito para casarse con Servilia, la hermana de Sesto, a lo que este accede.
Cuadro 2
Publio anuncia la decisión del Senado de erigir un templo en honor de Tito, pero este rechaza el ofrecimiento, destinando los fondos a los damnificados por la erupción del Vesubio. Sesto y Annio esperan la ocasión de hablar con Tito: este, anticipándose, les comunica su decisión de tomar a Servilia por esposa, lo que el compungido Annio comunica luego a la muchacha, que, sobreponiéndose a sus sentimientos, se dispone a aceptar su destino.
Cuadro 3
Servilia abre su corazón ante el césar: acatará fiel y devotamente su voluntad, pero su amor es de Annio. Tito, conmovido por su sinceridad y por la lealtad de aquel, la libera de su promesa. Entre tanto, Vitellia, furiosa por no haber sido escogida por Tito, cubre de injurias a Sesto por no haber cometido aún el magnicidio. Cuando Sesto parte camino de su terrible misión, regresa Publio con la noticia de que Tito ha elegido finalmente a Vitellia, quien, al conocer la noticia, se debate entre remordimientos.
Cuadro 4
Se ha incendiado el Capitolio: Sesto, que ha urdido la traición para poder cumplir su plan amparado en el tumulto, se debate entre su sumisión a Vitellia y su respeto por Tito; finalmente, marcha decidido a asestar el golpe mortal. A su regreso, se encuentra con Servilia, Annio, Publio y Vitellia, a los que informa de la muerte del césar bajo el hierro homicida: la conciencia de la infamia sume a los allí congregados en la consternación más profunda.
Acto II
Cuadro 1
Annio sostiene ante Sesto que Tito no ha muerto, pero Sesto, que ha visto caer al césar bajo su puñal, no lo cree y se desprecia por su traición, al extremo de confesar su crimen a Annio. Entra Vitellia y hace prometer a Sesto que jamás revelará que ella instigó la conjura. Publio llega al frente de la guardia y arresta a Sesto bajo la acusación de regicidio frustrado: Sesto atacó a su cómplice Léntulo tomándole por Tito, y su confesión, ya al borde de la muerte, lo ha desenmascarado.
Cuadro 2
El Senado ha condenado a Sesto a las fieras: Tito conoce la sentencia de labios de Publio, consternado ante la evidencia de la traición de quien creyó su amigo. Sesto se confiesa único responsable de los hechos, encubriendo así a Vitellia. Ya a solas, Tito se ve incapaz de firmar la sentencia y decide finalmente perdonar a Sesto. Entre tanto, Annio y Servilia logran convencer a Vitellia para que confiese ante el césar su culpa.
Cuadro 3
Tito, frente a la multitud, manda traer a Sesto para hacer público su perdón. Vitellia llega entonces e, ignorante de la decisión del césar, implora su indulgencia echándose a sus pies: Tito, al comprobar la dimensión de la ignominia, está a punto de vacilar en su noble propósito pero, movido por su generosidad, perdona definitivamente a los juramentados, mientras el pueblo alaba jubiloso su clemencia.